sábado, 4 de diciembre de 2010

Dia 7 por la noche

Cuando llegó la hora me encaminé hacia mi encuentro con Galleta. No sólo mi psicóloga no había dado con la pata faltante, si no que también había pateado la silla: "Y como psiquiatra no le aconsejo que siga tomando esas pastillas." me había dicho.¡Tampoco eso! Sólo me quedaba Galleta del que esperaba que sacara conejos de una galera. ¡Mi ánimo yacía en el subsuelo! Cuando me hizo pasar se acomodó esos anteojos que yo había notado antes pero en los que no quise detenerme. No se la razón por la que hoy les doy importancia. Las lentes se separaban y unían sobre la nariz y al sacárselas, como desprendiendo un broche apenas perceptible, colgaban a los costados de su cuello como si fueran trenzas. Por lo cual las trenzas iban y venían según su voluntad. Una coquetería. Al juntar las trenzas sobre sus ojos se disculpó: "Si, me acuerdo de usted, pero no encuentro la ficha". Galleta no encontraba la ficha, ni la memoria, ni el encanto con el que me antendió la vez pasada. "Como le fue?". "Baje de dos atados a uno." "Muy bien, eso me pone muy contento" dijo mirando una ficha que yo supuse de otro. "Tuve insomnio, y me comí un paquete de biscochitos de grasa". ¿Todos?" "Casi." "¿Tiene algún problema?" "¡Que si tengo un problema:  estoy haciendo lo imposible por dejar de fumar y eso me pone nerviosa y el único contento es usted!, ¿No es suficiente? Y si para colmo me pongo una bolsa de biscochos encima, ¿qué le parece?" Pero dije: "No que yo sepa." "Bueno, vamos despacio." "Yo estoy muy contento. ¿Usted no está contenta?" "No." ¡Así que hasta ahora el único contento conmigo era Galleta! "Ahora va a bajar a diez y después vamos a poner una fecha para dejar de fumar". Haciéndole ¡olé! a mi no contenta. Me aumentó la dosis del remedio denostado por mi psicóloga. Se descorchó las lentes, o eso pareció. Esto daba por finalizada la contención, y yo presentí, que entre el perro de Pavlov y yo no había ninguna diferencia. Creo que me palmeó el lomo, sonó un timbre, aunque es probable que solo haya sido una alucinación. Acto seguido me encontré afuera del consultorio con cierto exceso de salivación.¿Esto era todo? ¿Eso era hacer el tratamiento con un médico? Quedé enojada, muy enojada, enojadísima. Y seguramente con rabia. ¿Cómo se llamaría el perro de Pavlov?

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