miércoles, 23 de marzo de 2011

Y después no quieren que uno sea una madre judía

La llamé por teléfono, por supuesto, después de que mi hijo me aviso de la explosión de la bomba: - Llamó Ceci para decir que está bien.-¿y por qué no iba a estarlo? me dije sin haber escuchado la noticia. Me dice que está bien y si no está bien? He aquí la tragedia. La tragedia que me dice que si bien yo no soy una madre judia por Ley (se dirá así?) Yo SIENTO COMO UNA MADRE JUDIA.  Y ni bien me atendió, le pregunté : ¿Nena, estás bien? Una madre judia tiene que escuchar a su hija. No se deja llevar por comentarios. Hay que estar presente. Bien presente y oir con sus propias orejas que la nena está bien. Si no, no sólo no se es una madre judia, sino tampoco una madre. Y cuando mi hijo me explicó lo que había ocurrido (si, mi hijo que potencia mi estado de madre), se me aflojaron las piernas, se me torció el paraguas, los pies se clavaron en el charco que ya no me importaba esquivar, y la lluvia me mojó por todos lados, anunciando que eso no era un sueño. Atiné a entrar en el primer café y me senté junto a la ventana. A mirar sin ver a través del vidrio. Las manos sobre el libro que no leía. Con la cabeza en Medio Oriente. Y sólo después del café, me di cuenta de que lloraba. Y recién cuando lloraba pensé en cuántos habrían muerto. Cuántos iban a llamar a celulares que no contestaran. Me soné los mocos. Marqué:03972 ... y ella dijo "Maadree..."

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